
ROBLEDO
«Pasado el cauce seco de Hoyón de Las Hurdes se alza la alquería de Robledo. Es como una fortaleza montada en lo alto de nn cabezo, desde lejos parece una torre babilónica. A medida que los viajeros se acercan descubren las sucesivas rodajas de tierra, sujetas por murallas de cantos que van formando los tramos de una gigantesca escalera de huellas circulares. Sobre esta torre de tierra, de piedras, de cultivos, de trabajos, está el pueblo y unos árboles.
«Delante de las primeras terrazas los viajeros descubren un pilón que está llenándose con el agua que se vierte desde un reguero. El estanque es cuadrado y tiene vidrios de botellas clavados por todo alrededor, quizás para que la gente no pueda sentarse».
Armando López Salinas y Antonio Ferres. Caminando por las Hurdes. Seix Barral 1960. Pág. 141.
