EL GASCO
“Por la derechera alta llegan al pueblo del Gasco, a la negrura de las casas hurdanas, como esquistos caídos hasta el Malvellido, rodadas para acercarse a los huertos de la margen, a los rompientes, donde cada año los vecinos construyen las defensas de piedra contra las avenidas del invierno.
“Cuestas arriba del pueblo, subiendo calles en escalón, con la techumbre del escalón de abajo a la altura de las rodillas, los viajeros suben una meseta y otra, hasta coronar la alquería. Junto a las puertas, en medio de las ahogadas calles, hay abiertas, excavadas en la roca, gorrineras donde unos pocos cerdos gruñen entre excrementos. En otros huevos hay estiércol.
“Armando y Antonio hacen mil equilibrios para no caer. Según cruzan el pueblo, por cada esquina, desde cada puerta, se asoman una cabeza, un rostro triste, extraño. Solo una chiquilla se ríe al mirar los pasos torpes de los viajeros. La niña corre escalones abajo y se esconde”.
Armando López Salinas y Antonio Ferres. Caminando por Las Hurdes. Seix Barral 1960. Pág. 109)
