
«Los hurdanos nunca han estado incomunicados y, además, no solo tocaban sus productos o los vendían, aunque con poca ganancia, sino que también tenían sus momentos de alegre convivencia dentro y fuera de la comarca con ocasión de las fiestas de La Alberca (15 de agosto) y de la Cruz Bendita (Casar de Palomero, 3 de mayo) y en muchas otras menos conocidas.
«Momento de alegría era también el tiempo de las siega, aunque tuviesen que trabajar durante duramente y tal vez mendigar y cuando iban a comprar cerdos de cría: en aquellas ocasiones veían el “mundo” y hacía falta demostrar valor para enfrentarse con él.
«Tenían intercambios cuando salían a mendigar, porque el mendigo conoce a la gente y sabe cómo acercarse a ella, con vistas, si le iba bien, a volverse prestamista en su alquería con el producto de las limosnas. Si, como dijo el doctor Marañón sintetizando la indudable pobreza de la comarca, Las Hurdes eran un problema sanitario, los hurdanos constituían también una sociedad local compleja integrada en sus tiempos y su región”.
(Maurizio Catani. La invención de Las Hurdes I. Cuadernos populares. Editorora Regional de Extremadura. Pág. 17).
Otras reflexiones de Maurizio Catani sobre Las Hurdes.