
Se celebraban cada 2 de febrero. Por la mañana, el acto religioso que finalizaba con la suelta de dos palomas blancas. Por la noche, en una hoguera en la plaza, se quemaba al pelele, un muñeco de paja y ropas viejas. Así se simbolizaba el final del invierno y el fin de los malos espíritus.
Zacarías Barbero lo recordaba así: “Los mozos, entignaos con corcha quemada, llevan chaqueta, pañuelo al cuello y sombrero pastoril con plumas en algún caso. Las mozas, engalanás, visten sayas de colores, camisa floreá, mantón bordao y pañuelo de seda a la cabeza”.
En la actualidad se sigue celebrando la fiesta con dulces, la quema del pelele y el baile al son del tamboril.
Ver Francisco Barbero. Zacarías, un arriero en Las Hurdes (Catálogo AlmaHurdes 2022). Páginas Zacarías 171 – 172
