Descripción
Personaje legendario del siglo XVIII. Se decía que tenía varias mancebas en varias alquerías hurdanas y que era muy querido.
Una noche cuando estaba con una de ellas unos mozos le echaron un rastro de paja desde la casa de ella hasta la puerta de la iglesia parroquial. Al llegar el Domingo a dar la misa en la alquería, en el sermón se dirigió a los feligreses y les dijo: «Dios castigará a los que dejan a sus burritos sin comer por culpa de arrojar la paja que tantos esfuerzos costó segarla y trillarla, por las calles del pueblo. Así que quede claro, que los que vuelvan a arrojar la paja por las calles quedarán excomulgados, que los pobres animales no tienen la culpa de los retozos de los humanos pecadores».
Y ya nadie volvió a regar las calles con la paja.
Aspecto Físico
Ataviado con un hábito de monje, viejo, donde bajo el ropaje se hace notar un buen miembro viril, que se mueve con una cuerda y se pone eréctil cuando pasa delante de una mujer.
Lleva colgados a su espalda unos cuernos de animal que representan aquellos que iba poniendo allá por donde fuera. En la mano izquierda portará un báculo y con la derecha va repartiendo bendiciones, sobre todo entre las mujeres.
Caminará con la cabeza gacha, metida en su capucha, y siempre sonriente a toda mujer de buen ver que se encuentre en su camino.
La autoría de esta guía de personajes del Entrueju Jurdanu*, promovida por el Centro de Documentación de Las Hurdes, corresponde a José Pedro Domínguez y a Félix Barroso. Las ilustraciones son obra de Fermín Solís.