Charo Cestero

Mujer de armas tomar. Hubo momentos en que su vida fue un ir y venir, pero no a ella le gustan los rodeos. Pre­sume de tener las ideas muy claras.

Charo Cestero Velaz (27 de septiembre de 1951) desafió a su propio marido cuando él se empeñó en trabajar lejos. Conoció la pobreza y el lujo, la cofia y el huerto. Durante 35 años ha repartido las buenas y las malas noticias que llegaban por correo. Pase lo que pase, siempre encuentra una frase que parece un trueno.

 

De su vida recuerda:

  • “Mi padre fue un niño hospiciano. Además de cartero, hacía de enterrador, de peón y de alguacil”.
  • “Vivíamos en una casa que era más pequeña que mi comedor de ahora”.
  • “Por la noche se dejaba hecho el puchero y por la mañana desayunábamos todos juntos lo que hubiera”.
  • “Mi marido dice que el no conoció los calcetines hasta que fue grande y que se los hacían con trozos de mantas”.
  • “Recuerdo de pequeña cómo bajaban a un muerto en una escalera, sin caja ni nada, envuelto en una manta. Le hicieron una fosa y lo tiraron allí”.
  • “Una vez me fueron a buscar a la escuela para decirle a mi padre que tenía que enterrar a un niño. Era un recién nacido. Lo traían en una caja de cartón”.
  • “Las primeras bragas me las puse cuando tenía 13 años”.
  • “Cuando nació mi hermana pequeña, yo estaba en la misma habitación que mi madre, en la otra cama. No lo vi, porque no miré, pero lo oía todo”.

 

Ver. Las Hurdes, tierra de mujeres. Páginas 220 a 235. Publicado por la asociación cultural AlmaHurdes.



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