
Su rostro denotaba serenidad. Era su homenaje a una vida repleta de peripecias, emociones, renuncias, también satisfacciones. Solo el lobo le metió el miedo en el cuerpo.
A Catalina Puertas Barbero (12 de junio de 1938 – 11 de octubre de 2020) no la doblegaron las dificultades, la enfermedad, el dolor o el trabajo; ni siquiera la muerte. Sobre todos los apuros que tuvo que afrontar y sortear se impuso la memoria de sus días dichosos, los motivos que la ayudaron a ser feliz. Y de ese modo, sosegado, resumió su vida, sin lamentos.
De su vida recordaba:
- “A los 10 años, cuando iba a llevarle la comida a mi padre, me salió un lobo. Estuve cagaíta de miedo. He pasado muchos apuros muchas veces”.
- “Para calentar el horno mi hermana y yo teníamos que ir al monte a coger ramas de los brezos”.
- “A la escuela íbamos cuando se podía, porque muchas veces teníamos que cuidar de los chivos”.
- “La maestra nos tenía así. Siempre con un palo encima de la mesa y, si no hacías las cosas, te daba”.
- “En las matanzas nos juntábamos todos. Era muy bonito: todos a ayudar, a lavar las tripas, a comer…”.
- “Durante los cuatro años del luto con manto solo podíamos ir a la iglesia y altrabajo.
- Para bañarnos en los canchales usábamos unas enaguas o un camisón grande. Los mozos se escondían en los huertos”.
- “He trabajado todo lo que he podido hasta que aguantó el cuerpo”.
- “Me casé de negro con un casquetino y el ramo de pureza, que significaba que no ibas embarazada”.
- “Cuando dio a luz mi hermana, el niño venía muy mal. Mi madre cogió una toalla y así lo giró para que saliera bien”.
- “A dos hermanas de mi madre no debieron extraerle bien la placenta y murieron mientras esperaban al médico”.
Ver. Las Hurdes, tierra de mujeres. Páginas 284 a 299. Publicado por la asociación cultural AlmaHurdes