Amadora Martín

Demuestra su vitalidad con risas e ironía. Heredera de una abuela valiente y una madre tenaz, disfrutó de una juventud atrevida y feliz. Amadora Martín Bravo (25 de abril de 1924) había nacido en Cabaloria. Muy joven, se resistió al exilio al que la obligó el pantano. Muchos años después regresó al origen, a Riomalo de Abajo.

Al borde de los 100 años de edad, todavía dedica buenos ratos al cuidado del huerto y los mandiles que ahora cose para sus nietas y recuerda el tiempo transcurrido. La memoria la acompaña.

 

De su vida recuerda:

  • “A mi madre le sobraban arrestos. Un día le dijo a su marido “o te marchas o te rompo la cabeza con el azadón”. No volvió.
  • “Los jamones se vendían a cambio de tocino, que era muy importante, porque la grasa se ponía en el pan o las patatas.
  • “Después de la escuela, había que sembrar y regar. Para limpiar el caño del agua teníamos que hacer tres o cuatro kilómetros.
  • “Una vez, jugando al corro la soga, le quité al cura la sotana; hasta arriba.
  • “En Carnavales nos vestíamos con las sayas de las madres, el mantón de manila y el hilo de oro que se ponía al cuello.

 

Ver. Las Hurdes, tierra de mujeres. Páginas 210 a 219. Publicado por la asociación cultural AlmaHurdes.



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