Emérita, adiós

Nació en Azabal y fue la séptima de una familia de doce hermanos, a la que se añadieron otras seis criaturas a las que su madre amamantó . Emérita Martín Moriano (23 de septiembre de 1939) no conoció el descanso. Y cuando le llegó la hora de formar su propia descendencia, junto a Constantino, optaron por la parejita.

Lo contaba con la emoción y la sencillez de una mujer siempre risueña, desde pequeñita. Se adaptó a los oficios que surgieron, porque, decía, la mayor alegría es la vida. Orgullosa de su origen, sin acertar a explicarlo, afirmaba que la tierra es mucho más segura que el dinero, «porque no se la lleva el aire».

La Asociación Cultural AlmaHurdes quiere compartir con todos sus allegados la pena que provoca su despedida.

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Los testimonios que se citan más abajo, recogidos del libro «Las Hurdes, Tierra de Mujeres», sirven para entender lo que ha sido su vida. Son recuerdos para no olvidarla.

Mi madre crio a sus doce hijos y a otros seis más de leche. Además, era la comadrona del pueblo.

Había poco tiempo para jugar, porque teníamos que ir con las cestas a por moñicos para el huerto.

Para que echara la placenta, después de que naciera mi hijo mayor, una vecina se desató el moño y me metió los pelos en la boca.

¡No salí en la foto de bodas! Se estropearon.

A mí me gusta comprar tierras, porque las tierras no se las lleva el aire; las perras, las coges ¡y hala!

Para guardar el pan había una tinaja de barro con un tapón de corcha. Se conservaba bien, pero éramos tantos que en 8 días ya se habían acabado.